viernes, 29 de marzo de 2024 11:22h.

Mexit

José Ignacio Torreblanca/El País

Si 2016 fue el año en el que se popularizó el término Brexit, 2017 parece que nos va a traer el Mexit.

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Con una diferencia crucial. El Brexit, aunque sea un disparate producto del mal cálculo de su entonces primer ministro, David Cameron, no deja de ser una decisión soberana de la ciudadanía británica.

En el caso de México, la situación es exactamente contraria, pues no hablamos de la salida voluntaria de un país de un espacio de integración económica, sino de una expulsión de facto e unilateral de un socio, México, a manos de otro, EE UU. Porque aunque el presidente electo, Donald Trump, diga que quiere renegociar el Tratado NAFTA para conseguir un acuerdo más favorable a su país, lo que en la práctica significan sus declaraciones sobre México y los mexicanos, a los que acusa de ladrones, individual y colectivamente, y a los que amenaza con una política consistente en muros físicos y elevados aranceles comerciales, es una ruptura en toda regla de la letra y espíritu de dicho acuerdo.

La economía mexicana y la estadounidense están, cuando se cumplen 23 años de que entrara en vigor el tratado de libre comercio conocido como NAFTA o ALCA, tan altamente integradas como lo están la británica y la europea. El sector del automóvil, que Trump ha puesto en el punto de mira, es un buen ejemplo de ello pues el 40% de los componentes de los 2,7 millones de vehículos que México exporta a EE UU se fabrican en este último país, generando allí 30.000 empleos directos. El comercio entre ambos países, que en 1992 tenía un volumen de 80.000 millones de dólares, hoy es de 506.000 millones, seis veces superior, siendo responsable de seis millones de puestos de trabajo en EE UU que la insensatez de Trump también amenaza.

Igual que la integración europea permitió a los europeos superar un pasado traumático, el NAFTA, con todos sus problemas, incluidos los subsidios agrícolas estadounidenses, que han dañado gravemente a la agricultura mexicana, permitió dejar atrás aquello de “pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de EE UU”. Ahora, un presidente en Washington promete hacer América grande, y México pequeño. Viene el Mexit