viernes, 29 de marzo de 2024 00:05h.

Independentismo: Golpe a golpe

Javier-López @Nuevosurco

Al final lo que quieren es ejercer una presión agotadora en la calle y las instituciones para conseguir en el corto plazo el reconocimiento del derecho a decidir, es decir, un referéndum legal y pactado que se repetiría cada X años hasta conseguir el resultado deseado.

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El independentismo catalán es tan cansino como impertinente,  un eterno tira-afloja que persigue matar al contrario por agotamiento, pero ahora nos han echado un órdago, incluyendo declaraciones de independencia tan  solemnes como infértiles destinadas a complacer al auditorio, mantener alta la tensión y buscar una posición ventajosa en una futura negociación con el Estado. Declaraciones que no se terminan de concretar y de cerrar, que se posponen siempre un poquito más. Quieren convertir al Parlament en una bullanguera asamblea populista para enviar desde allí sus consignas y sus proclamas, y luego encerrarse dentro como si aquello, que ellos mismos han pisoteado, fuera un recinto sagrado.  Saben que hoy por hoy no hay independencia posible, aunque piensan que hoy está más cerca que ayer y menos que mañana. De eso se trata para ellos: DUI a plazos, golpe a golpe.  Al final lo que quieren es ejercer una presión agotadora en la calle y las instituciones para conseguir en el corto plazo el reconocimiento del derecho a decidir, es decir, un referéndum legal y pactado que se repetiría cada X años hasta conseguir el resultado deseado. Al paso, se subirían a ese carro el País Vasco y otras regiones después. Salvo que lo que ocurrió el pasado domingo en Barcelona, y antes en otras ciudades españolas, se convierta en el espíritu que ponga a los independentismos en retroceso y los coloque en el baúl de los utensilios inservibles por reaccionarios.

Lo que está pasando no es más que la constatación del punto de inflexión de un proceso que comenzó hace décadas, pero no su extinción. El Gobierno tendrá que hablar y mover el Estado de Derecho. De momento lo que hemos visto ha sido un pueblo español que ha salido a la calle pleno de dignidad a reivindicar su unidad y también a hacerse cargo de la bandera catalana por ser española y de todos, lo que ha supuesto también un hito en la historia de un país que el pueblo suele escribir con renglones menos torcidos que sus gobernantes . El pueblo en la calle, el Rey con su mensaje, y la empresas y los bancos con su retirada han sido hasta el momento factores determinantes. También la acción profesional de las Fuerzas de Seguridad del Estado que ha resistido provocaciones y manipulaciones tras haber realizado un trabajo intachable y profesional.

En el mundo en el que vivimos el gran dinero pone límites y condiciones, los reyes dicen las grandes frases y el pueblo expresa sentimientos e indignaciones. Esta vez han ido de la mano los tres frente a la marea independentista sin reparar en diferencias y contradicciones a veces insalvables,   pero ahora llega el momento de enfocar una posible salida, y es donde debería entrar en juego el Gobierno de España y también las voces más autorizadas del entramado autonómico español que hasta ahora se han oído  bastante poco.  Cuando el independentismo pare y quiera negociar volverá a sonar con fuerza el discurso del mal encaje de Cataluña con el resto del Estado. El verbo  “encajar” se convertirá otra vez en la palabra talismán.  ¿Y qué es encajar?;  ¿será ceder competencias para que sean usadas con deslealtad otra vez?. El verdadero desafío llega ahora. Han dado un golpe importante, pero saben que su golpe de Estado es a plazos y a cámara lenta. Frente a ello hace falta algo más que tomar nota y decir que con la ley basta. Hace falta un discurso que aúne sensibilidades  políticas y diferencias regionales,  que aborde cuestiones tan espinosas como la de la educación en las comunidades autónomas y  la forma cómo se ha usado, y a la vez que integre con mucha más eficacia y amabilidad lo catalán en el conjunto de España. Un discurso maduro de patriotismo integrador que vaya más allá a las apelaciones al orden, la ley y la guardia civil, por mucho que se aprecie a este cuerpo de seguridad nacional.  Un relato que en España no se ha querido hacer durante los últimos cuarenta años, por complejos y traumas, cediendo todo el terreno a los que desde dentro la han querido destruir golpe a golpe. Nosotros, por el contrario, deberíamos ir verso a verso.

Artículo publicado en La Tribuna de CLM/Grupo Promecal