miércoles, 24 de abril de 2024 00:02h.

Nueva Política: sin estilo ni argumentos

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La política pierde argumentos y estilo por momentos, y es en las alturas un coto cerrado a la eterna pelea entre machos alfa

nueva politica
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Es público y notorio en España que la política se está convirtiendo en demasiadas ocasiones y en muchos escenarios en una suerte de patio de vecindad en el que la grosería, el mal gusto y la falta absoluta de estilo presiden cada una de las manifestaciones de nuestros representantes o aspirantes a serlo. El Congreso de los Diputados, que es el lugar donde solemnemente reside la soberanía nacional, parece últimamente una corrala madrileña donde gana el que más voces da y el que suelta una media verdad o directamente una mentira de mayor tonelaje. Y no es propio de un lugar que debería estar reservado para las argumentaciones sólidas, porque ¿dónde si no?. Cuando las  principales instituciones de un país se desnaturalizan  hasta ese punto corremos el riesgo de asomarnos al precipicio.  España es en este momento carne de populismo y si no triunfa plenamente un movimiento de ese tipo es porque nadie se lo propone con seriedad y ahí tenemos a un Pablo Iglesias, que soñó muy recientemente con ocupar ese lugar, pero ahora ya, con las expectativas iniciales a la baja, disfruta a pierna suelta de su casoplón con vigilancia benemérita mientras él en el interior dice consumir su permiso de paternidad.

Lo del Congreso, reconvertido en corrala, es como una suerte de espacio indefinido y polivalente donde cada uno saca su tenderete con sus cachivaches a ver quien vende más quincalla de cara a los comicios de abril. Pedro Sánchez, por supuesto,  pinceladas   de su libro cuyos fondos, ha asegurado, irán destinado a los sin techo. Todo marketing, todo imagen, hasta el punto de que el presidente de un gobierno que además presume de  izquierdismo,  parece preferir este tipo de gestos que  ocuparse plenamente  en la lucha contra la medicidad ofreciendo a estas personas algún tipo de horizonte vital distinto. En realidad es un apuntarse a la caridad postmoderna que en el fondo es la misma que la de aquellos señores que pedían para los pobres de vez en cuando el domingo con su sombrero de copa bien calado, blanqueando conciencias  con alguna migajilla de lo que habían ganado fraudulentamente. Y no es que el libro de Sánchez sea ilegitimo, por más errores que tenga en la atribución de citas, pero tiene un cierto toque de lo insustancial propio de la época anterior a elecciones en la que estamos, como casi todo lo que sale de la factoría,  comenzando por la moción de censura que le llevó a la Moncloa, tan legal y legítima como rocambolesca y de poco recorrido. Así hemos llegado al final de la legislatura con el anuncio ahora de varias medidas rápidas vía decreto que pretender solucionar de un plumazo problemas tan profundos y enquistados como la precariedad laboral creciente en la que viven millones de españoles. Realmente necesitamos algo más, no puede ser que la política este entrando de esa manera en el terreno de lo facilón e inverosímil.

Nos cuentan también historias relacionadas con la igualdad de género, y  la política a medida que va perdiendo argumentos y estilo sigue en sus niveles más altos dominada hombres, al menos en España. Para que digan algunos que lo de la igualdad ya está muy aprendido. No está aprendido, y además hay hombres que no consiguen encontrar su lugar en el mundo que se avecina. Se sienten náufragos e inseguros . Mucho habrá que hablar y escribir sobre esto. Los roles cambian por momentos, y algunos hombres, que quizá no pasaron de ser un cero a la izquierda en las profundidades del hogar aunque fueran los que “llevaran los pantalones” de cara a la galería, ahora sienten que hacen aguas cuando la mujer reclama y ocupa con toda justicia su lugar en el espacio público.

La ciudad de Toledo es un claro ejemplo de ello con dos mujeres que en mayo se van a disputar la alcaldía, y así será en otros muchos lugares de España que no permanecen ajenos a la revolución total y transversal de lo femenino. Y, sin embargo, hay algo que llama poderosamente la atención: cinco candidatos se barajan  a las próximas elecciones generales para elegir presidente del Gobierno. Los cinco de la nueva generación, y ninguno es mujer. En España todavía no hemos conocido a una candidata a la presidencia  por más que haya habido posibilidades, nombres y especulaciones durante los últimos veinte años. Finalmente no han cuajado y la Moncloa sigue sin saber lo que es una mujer en su principal despacho, como si fuera un lugar acotado para una eterna  pelea de machos alfa.

@Nuevosurco

Texto publicado en Grupo Promecal