martes, 19 de marzo de 2024 00:15h.

Lo de Tamames

ENS-Política

Lo de Ramón Tamames pasará a los anales de la historia de la actual democracia como un momento culminante. De un lado, la reivindicación de su propio derecho a la vanidad de un anciano de discutida y discutible trayectoria, pero bien instruido, frente a la tropa creciente de chisgarabís vanidosos y empoderados. De otro, la desorientación existencial de un partido que ya va siendo el último cartucho que le va quedando a la llamada nueva política.

 

Imagen Ramón Tamames
Imagen Ramón Tamames

No tengo ninguna duda de que Ramón Tamames tiene argumentos de peso e interesantes, lo ha demostrado alguna vez, es un hombre leído y pensante, y nuestro país está necesitado de razonamientos profundos acostumbrado como está a la política de la superficialidad, las ocurrencias baratas y el populismo que lo invade todo, hasta la mochila de los que van por la vida de antipopulistas. España debería dejar un poco de espacio a los que saben y conocen, a los que han estudiado y han escrito algún libro interesante e enriquecedor. Debería establecerse un consejo de sabios independientes que dieran su punto de vista, quizá deberían tener un lugar en el Consejo de Estado, que sé yo.

Ramón Tamames, por lo demás, es un vanidoso empedernido y rozando ya los noventa se está dejando utilizar por Vox para darse el gustazo de ser el protagonista de la política española por unos días. Tamames, al igual que su mentor en lo de la moción de censura, Fernando Sánchez Dragó, es un vanidoso compulsivo, un ego desmesurado y saturante que solamente es capaz de hablar de él, de su libro y de sus cosas. Cargantes ambos hasta más no poder, pero dejan caer apuntes interesantes, reflexiones de enjuncia, aunque  al mismo tiempo emponzoñan algunas de las cosas que tocan. Por cierto que el libro de Tamames, Estructura Económica de España, lleva más de veinticinco ediciones desde la primera, con las consiguientes actualizaciones, pues nada tienen que ver los parámetros económicos de hoy con los de un país que comenzaba a salir del atraso cuando Tamames escribió la primera edición.

Por tanto, lo de Tamames es un asunto ligado a una vanidad insaciable que ha utilizado Vox  para coger impulso, ganar protagonismo perdido, y dejar de perder fuelle. Estos son los mimbres sobre los que se sustenta la moción de censura de Vox, ni más ni menos. Lo demás son adornos para darle carril a la noticia, porque que Ramón Tamames era comunista es cierto, pero que lleva ya un buen puñado de años sosteniendo posiciones absolutamente de derechas también lo es. Que, como él dice, fue  del PCE porque era el sitio donde se podía luchar contra el franquismo no deja de ser una incoherencia que se viene abajo cuando tiras de hemeroteca y aparece en la foto fundacional de IU en representación del PCE, más de diez años después de morir Franco y en plena democracia. Después aterrizó en el CDS, donde facilitó la entrada de la derecha en el Ayuntamiento de Madrid, y se fue escorando cada vez más hacia posiciones neoliberales que en los últimos años hacían irreconocible en su discurso aquel comunista burguesito y de buena familia que fue. Que tiene, con todo, importantes puntos de fricción con Vox también es cierto, pero ambas partes han formalizado un matrimonio de interés cuya puesta de largo está teniendo lugar en el Congreso de los Diputados.

La vanidad no tiene límites, que se lo digan a Tamames y a Dragó, y es una fuerza poderosa que puede llegar hasta el límite mismo de la vida, más que el sexo y más que el afán de riquezas. La vanidad es el gran motor que mueve el mundo, y en una época como la nuestra en la que cualquier chisgarabís se empodera con tuiteando chorradas y buenas fotos, resulta casi más provechoso escuchar que nos cuenta un anciano vanidoso pero bien instruido. En este caso, han confluido la vanidad del viejo Tamames y el momento confuso de un partido, el último de la nueva política, que vino a arrasar como los otros pero se está quedando en ser la muleta necesaria para que el PP recupere el poder, como Podemos en el otro lado. Ambos tenían una intención inicial transversal desde puntos de partida distintos, pero ninguno, ni Vox ni Podemos, ha conseguido superar su pecado original de ser secreciones de la derechona, los verdes, y de la izquierdona, los morados. En estas llega Ramón Tamames a presentarse como candidato a presidente del Gobierno en una moción de censura promovida por Vox. Como si Podemos hubiera presentado a José Luis San Pedro que en paz descanse, por poner un ejemplo. Ejercicios de estilo inscritos en manuales de supervivencia. Muy interesante para la tropa de ciudadanos, cada día más menguada, que a día de hoy sienten algún tipo de interés por la política. Absolutamente insustancial para los veinteañeros sin futuro que vislumbran un horizonte más bien en negro haciendo virguerías con su móvil y poniendo una sonrisa a su precariedad. Este año ellos también votarán.

@NuevoSurco

Publicado en los diarios del grupo Promecal