viernes, 03 de mayo de 2024 00:26h.

Cuando Carme Chacón quiso diseñar un PSOE capaz de frenar a Podemos

Se propuso un objetivo muy difícil: revertir la desilusión de los jóvenes que votaban Zapatero

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Enric Juliana/La Vanguardia

La noche del 3 al 4 de febrero del 2012, una noche fría en Sevilla, los partidarios de la renovación generacional se fueron a dormir convencidos de que Carme Chacón tenía al alcance de la mano la secretaría general del PSOE. Había conseguido apoyos fundamentales. Los anfitriones, el presidente andaluz José Antonio Griñán, y su joven guardia pretoriana, Susana Díaz y Mario Jiménez, la protegían. Los números salían.

Carme Chacón –Carmen, en esa campaña– estaba a punto de ganar. Pero aquella noche Gaspar Zarrías apenas durmió. El veterano socialista jienense, antiguo visir de Manuel Chaves, un hombre que nunca traicionaría a Felipe González, visitó, habitación por habitación, a muchos delegados andaluces –el congreso se celebraba en el hotel Renacimiento– para pedirles que cambiasen de voto. Con el móvil y una libreta, también se movió en la misma dirección José Blanco, el gallego que hizo ganar a Zapatero y que ahora apoyaba a Alfredo Pérez Rubalcaba. Unas semanas antes, Alfonso Guerra había recorrido varias agrupaciones andaluzas para pedir el voto por el candidato sénior. Chacón no alcanzó su sueño por 22 votos.

Pérez Rubalcaba ganó por estrecho margen, después de haber prometido que no iba a permitir que el PSOE se convirtiese en una “productora de televisión”, en alusión a La Sexta, el canal fundado por los amigos de Miguel Barroso, entonces esposo de Chacón. Dos maneras de concebir la fábrica de la política se enfrentaron en Sevilla.

La Sexta esperaba a Chacón, antes de que apareciese Pablo Iglesias. La exministra de Defensa era la única persona del equipo de Zapatero que podía intentar el rescate del voto joven decepcionado con el PSOE. Ese era el proyecto. Interceptar la decepción con un discurso de tonalidades radicales, a la vez que identificado con las señas tradicionales del PSOE, sin ningún rasgo de complicidad con el soberanismo catalán, ya en ascenso. El círculo de Chacón leía las encuestas e intuía que alguna cosa grave iba a pasar en España. La fractura generacional se estaba agrandando.

Perdieron el congreso y el vacío –enorme, clamoroso– lo ocupó un joven vallecano dispuesto a partirse la cara en los platós de televisión, que en febrero del 2012 aún soñaba con modernizar Izquierda Unida.

¿Podía haber evitado la secretaria general Chacón la fulgurante eclosión de Podemos? Es difícil afirmarlo. González y Rubalcaba defendieron los anclajes clásicos del partido y en el 2014 rindieron un gran servicio al Estado. González acabó de convencer al rey Juan Carlos de la conveniencia de la abdicación y Rubalcaba hizo el impecable discurso de apoyo socialista al relevo en la Corona. ¿Era posible interceptar a Podemos y al mismo tiempo proteger a la monarquía parlamentaria? Es difícil responder a esa pregunta.