La barra de bar (o el fin de la pandemia)
ENS-Actualidad
Ya nos ha quedado claro, en la dura experiencia vivida durante los últimos años, desde aquella fatídica primavera encerrada del año 2020, que en España la patria es el bar, antes que nada. Si no lo tenemos languidecemos sin remedio. Antes que nuestras glorias del pasado, nuestras zozobras del presente, nuestros orgullos democráticos y nuestros proyectos de futuro. Antes que la gastronomía y las catedrales. Si finalmente, como sostenía nuestro Ortega y Gasset, la nación es o debe ser un sugestivo proyecto de vida en común, aquí los proyectos se hacen acodados en la barra del bar, y luego se cumplen o no. Y sí la patria se construye en un parlamento, aquí el parlamento más genuino es el bar de la esquina, y la barra el salón de plenos. Recuperarla es recuperar la normalidad. La patria es viable si hay libertad para vivirla, y para sentirla, para saborearla cada uno a su manera, y ahora toca ir retomando libertades y normalidades básicas, un poco a trozos y en retales autonómicos. Estamos ciertamente en los días del levantamiento de restricciones, los aforos vuelven a ser completos, los amigos vuelven a celebrar su cumple a pleno pulmón en el salón de casa, los besos retornan a nuestra vida tímidamente, y los bares reabren su barra. La barra es en el bar español el fuego del hogar, el parlamento genuino, el confesionario y el tribunal. Renunciar a ella es vivir en un país a medio gas, como de hecho hemos vivido aquí durante la pandemia fatídica que ha marcado nuestra vida y se ha llevado por delante la vida de muchos de nuestros mejores