jueves, 28 de marzo de 2024 00:00h.

El "Héroe" de las Black

Paco Verdú estaba cometiendo el peor delito del mundo en el ambiente de Bankia: se estaba comportando como un hombre honesto

Bankia
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Puede, en efecto, que Francisco Verdú Pons no sea el mejor ejecutivo de banca del mundo, pero lo que nadie puede negarle es su condición de hombre honrado. Lo ha demostrado. Porque nada más desembarcar en Bankia, el aludido recibió su tarjetablack, como todo alto cargo que se preciara en la entidad, y la guardó en un cajón. Y cuenta un testigo presencial a este Buscón que el comportamiento de Verdú indignaba a sus colegas en la torre de Kio, en la madrileña Plaza de Castilla, “pero este tío es tonto… ¿De qué presume? ¿Dónde cree que se ha metido?” Paco Verdú estaba cometiendo el peor delito del mundo en el ambiente de Bankia: se estaba comportando como un hombre honesto.

Verdú se había metido, en efecto, en la cueva de Alí Babá y los cuarenta ladrones, pero él, procedente de la cultura bancaria de un sector privado donde uno no puede disponer a su antojo del dinero ajeno, quería seguir comportándose como había visto siempre comportarse a la gente en el Banco Vizcaya, en Banca March o en Corporación Financiera Alba, los lugares en los que había trabajado. Y la utilización arbitraria de esas tarjetas, por muchas seguridades que le dieran de que “todo estaba en regla y no pasaba nada, que tirara de tarjeta como todo quisque”, chocaba con su cultura y con su entendimiento cabal de las cosas.

“Too big to fail”

El aludido resultó finalmente engullido por el gigantesco agujero de Bankia, consecuencia de aquel dislate ideado por Rato bajo la filosofía de que la suma de Caja Madrid y Bancaja era algo “too big to fail” (sic), como el propio Rodrigo manifestó en privado en más de una ocasión. Fue el único directivo que se mantuvo en el Consejo después de que se anunciara la nacionalización de Bankia y de que el propio Rato dimitiera como presidente en favor de José Ignacio Goirigolzarri. Apenas unas horas después de que, el 4 de julio de 2012, el juez de la AN que investigaba la falsificación de las cuentas de la entidad hiciera público un auto imputando a 33 ex consejeros de Bankia y de su matriz BFA, presentaba su dimisión.

Verdú firmó las cuentas anuales de la entidad de 2011, que reflejaban un beneficio de 309 millones y que la auditora Deloitte se negó a refrendar por diferencias de valoración. Tras ser revisadas por el nuevo equipo gestor, las mismas cuentas arrojaron pérdidas de 2.979 millones. ¡Milagro! Con una retribución de 2,26 millones anuales, en el momento de su dimisión ya solo gestionaba la red comercial, aunque en teoría seguía siendo uno de los tres consejeros ejecutivos con los que contaba Bankia, junto a Goirigolzarri y José Sevilla, director general de presidencia, y era el segundo en el organigrama.