viernes, 19 de abril de 2024 08:52h.

Una visión desencantada de la Guerra Civil

Los lectores de Arturo Pérez Reverte están de enhorabuena. En su novela más reciente -Falcó (Alfaguara)- se muestra fiel a los postulados que le han ganado precisamente esos muchos miles de lectores.

Los lectores de Arturo Pérez Reverte están de enhorabuena. En su novela más reciente -Falcó (Alfaguara)- se muestra fiel a los postulados que le han ganado precisamente esos muchos miles de lectores. Falcó, el espía que da título al libro, no está muy lejos (aparte los tres siglos de diferencia) de Alatriste. Si acaso -mejor todavía- es más amoral. "Es un sinvergüenza desde niño, un tipo sin escrúpulos, para él pesa más la aventura, la adrenalina, el estar en territorio hostil, que cualquier idea". Puro Pérez Reverte, como se ve.

El territorio hostil en el que se mueve el espía Falcó -como Alatriste por Flandes o el propio Pérez Reverte por "quince o veinte guerras" cuando era reportero- es el de la España de la Guerra Civil. ¿La Guerra Civil, eh? ¿Y en qué bando? Se preguntarán los lectores menos avisados. ¿Bandos? "Para Falcó sólo hay dos bandos: de un lado, él; del otro, todos los demás". Si el nombre del protagonista remite a un halcón, a un depredador, Falcó cuenta también con otros dos animales tutelares: el escorpión que pica y se va, como hacen las fuerzas especiales, y el lobo solitario.

Y aquí, el novelista explica su preferencia por el hermano lobo frente al (¿primo?) cordero. "A veces, el cordero casi se merece la suerte que tiene. El lobo responde más a las reglas de la naturaleza. El mundo real es el de los lobos, no el de los corderos. Tengo simpatía por el lobo y procuro ser más lobo que cordero en la vida", dijo, en diálogo con el periodista Jacinto Antón en el Círculo de Bellas Artes.

"Falcó es alguien que sabe. Mentir, matar", dijo, en referencia a algunos comportamientos habituales de su personaje, "son mecanismos elementales de supervivencia. Esa manera de ver la vida que no excluye la crueldad ayuda a sobrevivir".

Pero estamos hablando de la guerra. "Yo quería mover a mi personaje por los años 30 y 40. La Guerra Civil es un mero pretexto, es un buen espectáculo", dice Pérez Reverte. "Me gustaba lo que hay de provocación en poner a un personaje amoral como él moviéndose de modo transversal por una guerra que ha sido tan etiquetada".

El escritor no sólo no tiene una idea maniquea de la guerra española (en la que había "canallas e idealistas en los dos bandos, y oportunistas, delincuentes y gentuza"), sino que su experiencia de reportero de guerra le ha enseñado que"cuando te acercas a la gente, a los soldados, las líneas de buenos y malos se diluyen". Además de que es "una estupidez ver todo el pasado con los ojos del siglo XXI, como los cantamañanas que ahora quieren hacerlo todo moral, aplicar los criterios políticamente correctos actuales es falsear la novela".

"Mi afán no es didáctico, no quiero educar al lector ni hacerlo mejor", explica Pérez Reverte, distanciándose de los cantamañanas, "sólo quiero contar una historia con la que yo me lo he pasado muy bien escribiéndola, mover al personaje por una Guerra Civil real".

Falcó, pues, con su amoralidad, su dureza, su respeto por los adversarios valerosos, sus códigos de honor, podrá despertar la simpatía o el rechazo del lector. Probablemente, las dos cosas alternativamente. "Ese vaivén es deliberado. Yo soy escritor desde hace treinta años, y, con el tiempo, hasta el más tonto aprende; yo he aplicado esos trucos de escritura, he jugado con eso".

Con esos mimbres, la novela tiene inevitablemente momentos duros y desagradables, pero también -dijo Jacinto Antón- una cierta tonalidad romántica. Y lo que tiene Falcó es cuerda para algún título más; así lo asegura Pérez Reverte.