Este no es país para profetas
Manuel Vicent/El País
Muy pronto la familia abandonó el ruido y la furia de la plaza de los Cubos y se fue a vivir a una urbanización de clase ejecutiva, con jaula de tenis y piscina nefrítica, de Pozuelo de Alarcón en cuyo instituto Errejón alternó sobresalientes y una primera novia con pompa de chicle en la boca.