sábado, 20 de abril de 2024 00:05h.

Quinielas ante el nuevo gobierno

Rajoy ante el desafío independentista y la posibilidad de los ministros catalanes

El asunto catalán, con un independentismo que no cesa en su huida hacia el precipicio histórico, será el principal reto político de la legislatura que comienza. Rajoy podría colocar en su nuevo gobierno un perfil netamente catalán como pieza clave para contener la marea independentista. Una pieza distinta a la del quemadísimo Jorge Fernández Diaz. La otra opción es aplicar la ley hasta el extremo, incluso la suspensión de aspectos importantes de la autonomía catalana.

Joan Tapia

El Gobierno de Cataluña, cercano a la agonía -sólo se mantiene gracias a un pacto antinatural e inestable de la antigua CDC (transfigurada en Partit Demòcrata Europeu Català, PDEC) y ERC con la CUP- y sobrevivendo bajo la bandera del “referéndum o referéndum en 2017”, sólo puede ir hacia adelante o estará condenado a morir. Y ni el PDEC ni ERC quieren desaparecer. ¿Cuándo llegará el choque de trenes finall? En los próximos meses, aunque el juicio contra Artur Mas o la inhabilitación de Carme Forcadelll -susceptibles de levantar protestas masivas en las calles según los dirigentes de la Generalitat- puden retrasarlo o adelantarlo algo.

El Gobierno de Carles Puigdemontont se ha obligado a plantar cara, salvo que se abriera una negociación sobre el referéndum que es difícil que ningún Gobierno de Madrid -ni incluso uno presidido por Pedro Sánchez- estuviera dispuesto a admitir. Puigdemont confía en que la voluntad del pueblo catalán (cree que el 47,8% de 2015 aumentará por la incapacidad política del Gobierno Rajoy) se acabará imponiendo. Y si no es así, él, que ya ha más que cumplido con su ambición personal, habrá hecho lo que cree que tenía que hacer. Deber cumplido.

Lo que nadie sabe es si la batalla final -una vez se constate que el Gobierno de Madrid no permite el referéndum- empezará en unas nuevas elecciones plebiscitarias o constituyentes  en las que la repetición de Junsts Pel Sí parece casi imposible (ERC no quiere) o, por el contario, será Madrid quien suspenda la autonomía catalana o al menos algunas de sus competencias como las policiales.

Algún ministro que genere confianza y aparcar el referéndum pueden retrasar el choque de trenes

l.Rajoy podría comenzar a lanzar la idea de que  el conflicto debe entrar en una fase de menor crispación, aunque de entrada nadie ceda en el dogma -el referéndum de autodeterminación- y hacer gestos que hagan creíble que su política va a buscar, más allá de las palabras, el difícil apaciguamiento. ¿Cómo? Mas y Puigdemont presentaron muchas reivindicaciones asumibles (32 el uno, 46 el otro) como el corredor del Mediterráneo con el que hasta la líder catalana de C´s, Inés Arrimadas, se ha comprometido. Por ahí hay que empezar.

Pero no será nada fácil. El todavía ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, es muy cercano al presidente y en un tiempo fue un político bien visto en CDC hasta el punto de que Jordi Pujol se lo insinuó a Aznar como posible ministro en 1996 al entregarle un libro del periodista Gabriel Pernau sobre personas no nacidas en Cataluña que se habían integrado en la sociedad catalana, con el punto de lectura en el capítulo dedicado a Fernández Díaz. Pero Aznar creía que era un político demasiado acomodaticio con el pujolismo (lo había descabalgado a favor de Vidal-Quadras) e hizo caso omiso, aunque no se opuso a que Rajoy le diera refugio en diversos ministerios durante ocho años. Pero hace tiempo que -desmintiendo todas las esperanzas de unos y las suspicacias de Aznar- no sólo ya no sirve sino que demuestra que las relaciones entre el Gobierno Rajoy y el de la Generalitat han ido bastante peor de lo razonable.

El primer mensaje de Rajoy debe pasar por un Gobierno de apertura al diálogo. En general pero también con Cataluña. Y esto exige seguramente la incorporación de ministros dialogantes y con capacidad política. Los nombres no son tan importantes como sus primeros actos políticos, aunque se habla del hoy eurodiputado González Pons, que podría ser un contrapunto literario, incluso poético, al duro lenguaje jurídico de la vicepresidenta. Y el hecho de que Rajoy haya retrasado hasta mañana la formación del Gobierno puede obedecer tanto a su tradicional cautela como a que no vaya a ser un gobierno de pura continuidad.

El retraso en la formación del Ejecutivo quizás indica que Rajoy piensa en un nuevo Gobierno no continuista

El presidente debe aclarar el área económica que le ha dado buenos resultados pero en la que la continuidad de Luis de Guindos parece esencial de cara a las instituciones europeas. Pero lo fundamental es el campo político. Aquí nadie cree en el relevo de la vicepresidenta (algunos dicen que una nueva actitud de Rajoy comportaría automáticamente una posición menos rígida de Soraya Sáenz de Santamaría), pero es evidente que la incorporación de algún nombre que pudiera indicar una actitud más negociadora hacia Cataluña podría ser significativa y ayudar al inicio de un cambio de clima. Y este nombre -suponiendo que Rajoy quiera lanzar esa idea- no es fácil de encontrar porque el terreno está muy quemado.