Estrategia postinvestidura
Objetivo Podemos: fulminar al PSOE
Una vez cerrado el capítulo de la investidura, Podemos iniciará un camino con el que pretende llegar a fulminar políticamente al PSOE. Dos serán los puntos fuertes de la estrategia: reventar la calle poniéndose al frente de las protestas, y usar los pactos autonómicos con los socialistas como elemento de presión y chantaje.
El cambio de orientación en Podemos escondería por tanto un fracaso, la constatación de que la entrada en las instituciones de la formación morada se ha convertido en una rémora y no un trampolín para su crecimiento electoral una vez finalizado el ciclo electoral con dos ramplones resultados en Galicia y, sobre todo, en País Vasco. De esta manera, la legislatura caliente que Podemos pondrá en marcha contra el PP es también una toma de postura frente a la oposición –tibia y cómplice según la retórica de Iglesias– que llevará a cabo el PSOE. Pero también existe una lectura interna sobre este viraje estratégico: el «ruido en la calle» de Podemos tiene la virtud de poner en sordina y hacer desaparecer de los titulares la crítica falta de cohesión interna del partido. Iñigo Errejón y el problema de bicefalia que genera casi diariamente su portavocía en el Congreso centraron la actualidad mediática de Podemos durante la pasada semana hasta el motín en el CIE de Aluche. Desde entonces no ha vuelto a hablarse del tema. La dinámica de lucha y «enseñar los dientes» en la calle beneficia al estilo más bronco de Iglesias frente al más templado y dialogante de Errejón, en principio más eficaz en los pasillos del Congreso. Este cambio de juego del secretario general puede también entenderse, por tanto, como un intento de dejar fuera de juego a su díscolo número dos.
Teniendo todo esto en cuenta, difícilmente puede sorprender la cercanía –casi simpatía– con la que Iglesias describió el altercado vivido el miércoles en la Universidad Autónoma en el que 200 jóvenes radicales obligaron a la seguridad de la UAM a improvisar barricadas con baúles para impedir la entrada a la sala donde debía haberse celebrado la conferencia de Felipe González. «Habla bien de la salud democrática de nuestro país. Mucho orgullo de que haya estudiantes así», dijo.
Las imágenes de los encapuchados de la Autónoma evocan de manera inequívoca además la del que ya ha pasado a las hemerotecas como el primer acto público de Pablo Iglesias: el homenaje a los abogados de Atocha –en noviembre de 1995, cuando el ahora secretario general del partido tenía 17 años– durante el que cierto adolescente encapuchado, alzado por sus compañeros, colocó un ramo de flores en memoria de los asesinados. Igualmente conocida también es la presencia de Iglesias, en 2001, en las protestas anti sistema de Génova con motivo de la cumbre del G-8 en esta ciudad italiana. «Nosotros vamos a seguir en la calle, vamos a seguir movilizándonos llevando a cabo prácticas de desobediencia civil en la calle. Y las balas no van a detenernos», dijo en aquel entonces el actual secretario general de Podemos en una de sus primeras apariciones en televisión.