viernes, 29 de marzo de 2024 00:01h.

Los cubanos expectantes ante una semana de funerales por Fidel Castro

Será esta una semana de funerales y homenajes por todo el país. Cuba espera con expectación lo que pueda ocurrir a partir de ahora que el máximo símbolo de la Revolución ha desaparecido, pero el fallecimiento de Fidel Castro es vivido de manera muy distinta por las nuevas y las viejas generaciones de cubanos.

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A Orlando Laguardia, un poeta de 84 años que lleva 16 apostado frente a la famosa Bodeguita del Medio de la Habana Vieja, se le humedecen los ojos y se le quiebra la voz al recordar la medianoche del viernes. Fue entonces cuando, estando en su casa, apareció en la pantalla del televisor un compungido Raúl Castro para anunciar al mundo la muerte a los 90 años de su hermano Fidel, el líder de la Revolución cubana y el hombre que ha marcado desde 1959 la vida de la isla y, en cierto modo, de toda Latinoamérica. «No dormí, me pasé toda la madrugada llorando», recuerda Laguardia, sentado frente a su inseparable máquina de escribir y ataviado con sombrero, guayabera, pantalón y zapatos blancos, y un chaleco azulón. Recuerda con emoción sus encuentros con él, en especial cuando le pidió que recitara unos versos ante él y el director de cine estadounidense Oliver Stone en La Terraza de Cojímar, uno de los lugares favoritos del escritor Ernest Hemingway.

Como este poeta octogenario, muchos otros cubanos expresan estos días su pesar por el fallecimiento de quien el régimen aún llama el «Comandante en Jefe» y a quien sus fieles más devotos reconocen su defensa de los humildes y los avances sociales. Algunos más críticos que se atreven a desafiar el discurso oficial, se aferran a la esperanza de una progresiva apertura del régimen, aunque tanto unos como otros están convencidos de que no habrá grandes cambios a corto plazo y de que el régimen castrista pervivirá durante tiempo sin su fundador.

Cuba ha vivido este fin de semana las primeras horas de los nueve días de duelo, hasta el 4 de diciembre, decretados por el Gobierno para honrar la memoria de Fidel Castro y que mantiene las banderas nacionales a media asta. No obstante, el hecho de que llevara diez años fuera del poder llevaba tiempo preparando a los cubanos para el momento en que le llegara su hora y ha permitido amortiguar la conmoción nacional por la pérdida de un referente político de su talla histórica.

Panegíricos

El bullicio de la animada vida nocturna de La Habana se veía apagada el pasado sábado por la prohibición de poner música en los locales, que era sustituida por la onmipresencia del líder revolucionario en las pantallas de televisión. La cadena oficial está emitiendo durante los nueve días de luto un panegírico en sesión continua, en el que se destaca desde su influencia internacional a sus dotes como deportista en la cancha de baloncesto y los elogios de distintas figuras de la isla y ciudadanos de a pie se suceden sin cesar.

Desde las nueve de esta mañana (las 15:00 en la España peninsular) se espera una riada de gente en la plaza de la Revolución, frente al monumento al héroe nacional José Martí, para rendir homenaje a su antiguo dictador. Los cubanos podrán firmar el juramento de cumplir el concepto de Revolución, que, según recuerda la comisión organizadora de las honras fúnebres, pronunció Fidel Castro el 1 de mayo de 2.000 para mostrar su voluntad de dar continuidad a sus ideas y al socialismo.

Revolución

En aquella ocasión, aseguró que «Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado». Eso le hace pensar a la periodista independiente y activista Miriam Leiva que tal vez el régimen quiera seguir reafirmando el pensamiento del antiguo presidente, pero eliminando algunas de las actuales restricciones que se imponen. Aunque «no porque Fidel Castro interfiriera ya» en la labor del Gobierno de su hermano Raúl, puesto que llevaba tiempo apartado del poder, apunta la fundadora de las llamadas Damas de Blanco, un grupo de mujeres formado en 2003 a raíz de la llamada Primavera Negra.

Una parte de la población cubana confía en que la muerte del que la propaganda tilda de «corazón de la Patria» pueda impulsar los cambios en la isla. «Ojalá», suspira Alberto, un joven que para alimentar a su hija de cinco años y a su madre pasea por las noches a los turistas a golpe de pedal en un bici-taxi y de vez en cuando completa sus ingresos haciendo de portero en locales nocturnos. «Estoy de acuerdo en unas cosas buenas que hizo, pero no en otras», señala. Alberto critica especialmente la «esclavitud» en la que dice que los cubanos llevan tiempo viviendo, con un caro papeleo para viajar fuera de la isla que además no siempre surte efecto, y sin libertad de expresión para poderse decir lo que se piensa. En cambio, sí valora que él haya podido estudiar, gracias a la extensión de la educación pública a toda la población. En todo caso, tras la muerte de Fidel, «la vida sigue», dice con cierta resignación.

Conocer mundo

Jorge, cuyo nombre artístico es «Baby Classic», también quiere viajar fuera. Sin embargo, en su caso solo para conocer mundo y poder regresar a Cuba, para él «donde mejor se vive», a pesar de que a sus 31 años no lo ha podido comprobar nunca saliendo al extranjero.

Este músico que fusiona la música electrónica con géneros como el merengue y la salsa, se siente parte de una juventud que experimenta nuevos terrenos y que ha dejado el chachachá y el son para los turistas en busca de la música típica. Pero, en todo caso, se siente «fidelista» y afirma que «el socialismo tiene que seguirpero con cambios», señalaba a ABC en la madrugada del domingo mientras compartía unas cervezas con dos amigos en el malecón de La Habana y las olas se estrellaban contra el muro con estrépito. A la hora de buscar culpables al sistema, lo tiene claro: el «bloqueo», la forma en la que el régimen castrista se refiere al embargo de EE.UU.

Otra convencida de la obra de Fidel Castro es Bernarda Ochoa, una vendedora de pequeñas imágenes del Che Guevara y otros recuerdos para turistas que está segura de que «en Cuba todo va a seguir igual». El régimen que puso en marcha con su triunfo el 1 de enero de 1959 es «el único que ha apoyado a los humildes» y proclama con orgullo que «Cuba es libre». «Mira si es libre que es el único país donde la educación y la salud son gratuitas para todos», destaca. Por ello, aboga por que «el sistema se mantenga», aunque cree que aún puede ser mejor: «Que se predique el Evangelio», afirma. La difusión de la Palabra de Cristo es lo que podría perfeccionar el modelo, a juicio de esta cristiana evangélica.